El hombre estaba tendido sobre un banco de Baltimore. Hacía frío, y viento, el rictus del individuo dibujaba una angustia vital que hizo que Joseph Walker se parara a su lado.
─¿Se encuentra usted bien? ─acertó a preguntar, con cautela, respetando una distancia mínima entre ambos.
─Reynolds… ─susurró el moribundo, casi imperceptible, falto de fuerzas pues la vida se le iba con cada bocanada de aire.
Joseph Walker quiso entender que Reynolds era su nombre. La situación resultaba extravagante, algo había que no cuadraba, pero pensando que simplemente era un borracho al que la noche le había sentado mal dispuso a irse.
Fue justo en ese momento cuando percibió que el tipo escupía sangre.
Murió cuatro días después.
Solo entonces supieron que su nombre no era Reynolds, sino Edgar Allan Poe.

¡¡Que Dios ayude a mi pobre alma!!, dicen que fueron sus últimas palabras.
En cuanto a las circunstancias de su muerte, se ha escrito y dicho de todo. Se habla de ataque cardíaco, de alcoholismo que provocó un fatal delirium tremens, epilepsia, sífilis, cólera, meningitis, rabia.
Hay quien apunta que buscó el suicidio para escapar de la depresión que sufría desde la muerte de su esposa y le dio al láudano como si no hubiera mañana.
Pero nadie puede explicar por qué no llevaba puesta sus ropas. Otra teoría pone el foco en agentes electorales de la época. Ese día se celebraban elecciones. La técnica en cuestión se denominaba cooping y consistía en usar a la misma persona para que votara en diferentes colegios electorales. Emborrachaban a vagabundos y alcohólicos, les llevaban a votar varias veces y después les abandonaban a su suerte.
Edgar Allan Poe ya había abusado con anterioridad del alcohol y su médico le había advertido que si volvía a extralimitarse con la bebida podía ser mortal. ¿Esto explica que llevase puestas las ropas y el abrigo de otro hombre? ¿El escritor que más influenció en la literatura contemporánea fue engañado y emborrachado para estafar en unas elecciones?
¿Fue el tal Reynolds quien le asesinó? Quizás ocurrió como en la típica novela de suspense que la víctima susurrase antes de morir el nombre de su asesino.
Julio Cortázar que tradujo la obra de Poe al castellano apunta a la posibilidad de que en sus últimos delirios Poe recordase a Jeremiah Reynolds, un editor de un periódico y explorador que insipiró la única novela que escribió, La narración de Arthur Gordon Pym.
Porque Edgar Allan Poe solo escribió una novela en su vida.
El resto fueron cuentos, poesía y algún ensayo. Suficiente para dejar un legado sin igual en la historia de la literatura lo que todavía aporta más épica a su leyenda.
Probó suerte en muchos géneros literarios llegando a crear otros como la ciencia ficción, los cuentos de terror y la ficción detectivesca.
Su detectice Auguste Dupin es uno de los primeros ejemplos de ficción detectivesca. Dupin apareció por vez primera en 1841 en Los crímenes de la calle Morgue, El misterio de Mane Rogêt en 1842, La carta robada en 1844. Se apoya en la lógica y la observación para resolver los casos, es aficionado a los acertijos, a los enigmas y a los jeroglíficos, básico para ayudar a la policía de París a resolver los misteriosos más difíciles
Suficiente para influenciar al resto de detectives novelescos. Desde Julio Verne que al leer a Poe encontró el tono y musicalidad literaria que necesitaban sus historias, pasando por Emilia Pardo Bazán, Fiodor Dostoievski, H. G. Wells,…
Los principales escritores del género de terror como H. P. Lovecraft o Ray Bradbury no tuvieron reparo en reconocer que su obra estaba inspirada en la de Poe.
Y por supuesto el resto de detectives que forman parte de nuestra memoria literaria. La existencia de Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle se la debe a Dupin, al igual que Arsenio Lupin de Maurice Leblanc.
Alcohólico y depresivo no sorprende descubrir que sus relatos muestren el sufrimiento de sus protagonistas. Que sus obras empiecen en terror y acaben en locura.
En El corazón delator Poe decide asesinar a alguien simplemente porque no le gustan sus ojos. Este cuento traza un cuadro de la demencia que no puede dejar indiferente a nadie.
El poema El cuervo narra la historia de un visitante inesperado que llega a casa de un desesperado amante que inicia el descenso a la locura. Oscuridad, desamparo, dolor, angustia y aflicción sobrecogen al lector.
Era 1842 cuando Charles Dickens visitó Filadelfia. Edgar Allan Poe era joven, tenía unos 32 años y solicitó una entrevista con el escritor inglés. Quedaron en la habitación del hotrel donde se alojaba Dickens y hablaron de literatura y sobre la necesidad de crear una ley para proteger los derechos de los autores. Poe había escrito una crítica a la quinta novela de Dickens, Barnaby Rudge (Relato de los disturbios del año 80). Esta novela inspiró su poema El cuervo.
Da qué pensar que precisamente el escritor que inventó las novelas detectivescas tal y como la conocemos muriese en extrañas circunstancias que a día de hoy nadie sabe explicar.
Sus obras están repletas de terror y pánico que confluyen en la locura. No es de extrañar que haya tantos estudios de psicoanalistas sobre su obra.
Y sin embargo su legado literario es incomparable, pues a Edgar Allan Poe le debemos toda la ciencia ficción que leemos hoy en día, todos los estereotipos de historias de terror que alimentan Halloween y por supuesto, todo el thriller, novela policíaca, negra y de espías que hacen crecer nuestra imaginación.
La pobre alma de Edgar Allan Poedejó en herencia magníficas novelas que nos ayudan al resto a soportar esto que se llama vida.
Imágenes: Wikipedia